Imagen: Constanza Molinari, @coti_mol
Por: Martín Salías y Pablo Lischinsky
Este paradigma de innovación en productos y servicios para grandes empresas (las llamadas enterprises) tiene su origen en Lean Thinking (originario del Toyota Production System) y en el boom de las Startups disruptivas que comenzaron a causar inquietud en los grandes jugadores de la industria, no solamente porque les quitan mercado, a veces tímida y a veces drásticamente, sino porque no logran reaccionar a tiempo, a pesar de sus enormes recursos económicos y red de colaboradores.
¿Qué es Lean Startup?
Este movimiento emprendedor surgió tras el dramático ascenso y caída de la llamada “Burbuja punto com”, alrededor de principios de los 2000, cuando la web se masificó con altas y bajas en los albores del comercio electrónico. Antes de que explotara esa “burbuja” especulativa entre 2001 y 2002, muchos de los nuevos emprendedores trataban de conseguir capital en base a una idea innovadora y algunas proyecciones de mercado.
Muchos capitalistas de riesgo, alimentados por las historias de algunos de los primeros éxitos de la era de Internet, no dudaron en invertir grandes fortunas en esas ideas. Y los emprendedores se apuraron a cerrar trato, quedándose usualmente con un mínimo porcentaje por su idea original, con algo más a recibir en función del éxito de su ejecución.
Como sabemos, la mayoría de esos emprendimientos fracasaron, y el modelo de invertir en ideas y planes de negocio sin desarrollo prácticamente se esfumó.
De esos aprendizajes y de toda la corriente de enfoques ágiles y Lean, surgió un nuevo estilo de emprendedores, de los que Eric Ries aprendió y recopiló las mejores ideas en su libro “The Lean Startup“ (2011). Allí propone convertir esas ideas innovadoras en hipótesis de negocio y validarlas de la manera más rápida y económica posible, cambiando el foco por cada factor que no logramos comprobar, hasta encontrar una ajuste entre un mercado existente y una necesidad que deseamos cubrir con nuestro producto. Esa manera de emprender a muy bajo costo tiene el objetivo de no requerir inversión externa hasta que el negocio funciona, y diferir (si realmente hace falta) el ingreso de inversores hasta el momento en que ellos se acercan al emprendedor, y no al revés. El objetivo es claro: descubrir y poner en operación nuevos modelos (quizás disruptivos) de negocio y rápidamente descartar aquellos que no funcionan.
¿Por qué no funciona ese modelo en una corporación?
Tras ver de cerca muchos intentos fallidos de replicar esa manera de innovar en grandes empresas, Jez Humble, Joanne Molesky y Barry O’Reilly escribieron “The Lean Enterprise” (2015) donde describen como uno de los principales problemas de las grandes empresas su abundancia de recursos.
En el mundo emprendedor el presupuesto es escaso o nulo, y el grupo inicial es mínimo: usualmente entre una y tres personas. En esas condiciones, la creatividad está impulsada por el hambre. No hay chance de hacer apuestas muy fuertes y el tiempo es escaso.
Nosotros mismos hemos visto en muchísimas ocasiones a grandes empresas caer en la trampa de crear “Laboratorios de Innovación”, con amplios equipos de especialistas, oficinas especiales, presupuestos y hasta planes detallados de sus proyectos.
¿Por qué les cuesta tanto?
Las compañías que crecieron y desarrollaron su modelo de negocio sobre una serie de productos o servicios exitosos que siguen generando grandes ingresos (incluso si están sometidas a gran competencia), usualmente han generado una cultura interna que refuerza el mantenimiento de una situación estable necesaria para explotar su modelo de negocio, es decir, operar y maximizar el rendimiento a largo plazo.
Esa mentalidad es usualmente contraria a la de un emprendedor con un enfoque de exploración, quien puede tolerar un alto nivel de riesgo, porque todavía no tiene nada (o muy poco) por perder. Cuando un negocio está en estado embrionario la única manera de desarrollarlo es mutando permanentemente el entorno, mientras que un negocio sólido y estable requiere una dirección que minimice el efecto de los cambios externos.
Esas dos mentalidades de explotación y exploración son antagónicas y requeridas para cada uno de esos dos modelos, desde el liderazgo hasta los equipos que ejecutan. Sumado a eso, el tamaño de la organización es inversamente proporcional a la velocidad para reconvertirse de manera orgánica.
Otra razón que hace difícil la puesta en marcha de este enfoque en grandes corporaciones es el amplio uso de trabajos basado en grandes proyectos y sus enfoques pesados y tradicionales de gestión. Cuando se desarrolla un proyecto basado en planes (que se desarrollan todos al comienzo, cuando el riesgo es máximo) se tiende a sobreestimar los beneficios, subestimar los costos y medir el éxito sujeto a la ejecución a tiempo y dentro del presupuesto más que en resultados de negocio.
Los enfoques de exploración e innovación que impulsa Lean Enterprise, desarrollan el trabajo con equipos multifuncionales, autónomos y de pocas personas, en ciclos cortos y rápidos, iterativos e incrementales, buscando feedback frecuente y directo de los usuarios: lo importante es aprender del mercado lo más rápido posible, desechar rápidamente ideas que no funcionan. Esto sólo es posible en una cultura que apoya este modo de trabajar, donde la experimentación (y por lo tanto fallar), el aprendizaje y la colaboración son esenciales. Ver algunos casos de éxitos en el reporte 2016 del SD Learning Consortium.
Enlaces
- How Corporate Antibodies Destroy Innovation, Trevor Owens
- Why You Can’t Just Tell a Company “Be More Like a Startup”, Steve Blank
- The Entrepreneurial Organization at Scale Report of the SD Learning Consortium Summary of 2016 Findings
- La historia no contada del fin de Terra, Carlos Ribagorda
Una respuesta a «Lean Enterprise: el modelo que buscan las grandes empresas»
Reblogueó esto en Johnny Ordóñez.